Quiero comenzar este relato haciendo especial hincapié en que somos personas y que tenemos razón y co-razón
¿Por qué comienzo así?
Porque lo aprendí desde bien pequeña, desde que mi padre, empresario y gran persona, hacía verdaderos esfuerzos para conseguir hacer realidad sus sueños, intentando dejar en la puerta de casa todas las vicisitudes de su caminar empresarial diario para que no nos afectase… Sigo creyendo que tiene súper poderes… Y es que esto de tener tu propia empresa es como hacer una travesía de montaña… Con sus subidas y bajadas. Y es que a veces la senda se vislumbra y otras veces la niebla hace que te pares y cojas el mapa y la brújula para saber dónde estás. Todo ese esfuerzo es recompensado cuando consigues un objetivo que te has marcado, la sensación de plenitud y alegría invade cada neurona de tu cuerpo, parece como si flotases e irradiases energía… Eso es quizás lo que te motiva a seguir caminando.
Cuando comienzas a trabajar te preguntas ¿Qué quiero hacer? Cada persona tiene su objetivo vital… Y si alguien duda del suyo o cree que tiene el de otra persona le sugiero que se haga una pregunta ¿Para qué hago lo que hago? Eso me lo planteé yo y he de decir que mi camino me apasiona desde que empecé a darme cuenta de cuál era mi ilusión.
Tenía claro que cuando crease mi propia marca habría dos aspectos esenciales: filosofía slowliño y perseverancia. La primera porque la frase “se asciende como una persona mayor para descender como una joven”, es muy importante para mí, ya que creo que no se finaliza el camino hasta que se regresa a casa. Por otro lado, perseverancia, porque una empresa no es un oficio, es mucho más que eso y realmente tu motivación debe ser muy alta para llenarte de energía en cada paso.
Pues bien, comencemos la andadura… Utilizaré la analogía de la ruta de montaña para explicar un poco mis hitos y mis fracasos, ya que soy una montañera perenne.
Fase 1 – Preparación. Cuando quiero ir a la montaña lo primero que hago es recurrir a mi lista, esa en la que figura lo que voy a necesitar, incluso si las cosas se ponen difíciles. Para mi empresa tenía lo siguiente escrito: conocimiento, experiencia, alianzas,…, incluso los medios monetarios para poder sobrevivir un tiempo prudencial. Primer acierto, tener un listado previsor, incluyendo la hoja de ruta de lo que quería hacer.
Fase 2 – En camino. El primer paso es el comienzo de cualquier camino, ya sea breve o extenso. Para dar ese primer paso el ingrediente mágico es que confíes en que puedes hacerlo… Y así lo hice. Además, apliqué mi filosofía slowliño que aplicada a la empresa es sinónimo de reflexión – acción – reflexión. Además, me rodeé de grandes personas con un gran potencial de las que aprendo cada día. Segundo acierto, aunque emprendas tu camino de manera independiente eso no significa que el viaje sea en solitario, ya que compartir es algo necesario y tremendamente enriquecedor.
Fase 3 – En parada. Seguro que tienes energía para llegar a la cima sin haber parado tan siquiera para beber algo de agua, pero ¿y si descansas para ser consciente del camino recorrido y orientarte para lo que te falta? En esta fase seguro que nos suena la frase de “el día a día hace que no tenga tiempo para nada más”. Aquí figura mi primer tropiezo, no me daba cuenta de que tenía que descansar, menos mal que había puesto en mi “manual de instrucciones” una “alarma”. En esta parada me di cuenta de aquellas cosas que no había hecho y que eran importantes en esta senda: controlar la rentabilidad de mis proyectos y visibilizarme más ya que es necesario que las demás personas sepan qué estás haciendo. También celebré todo lo conseguido y agradecí a las personas que viajaban conmigo lo aprendido a su lado ¡Qué importante es tener un espacio para la reflexión y poder además celebrar los fracasos y los éxitos!
Fase 4 – En camino de nuevo. Con subidas y bajadas, pero sigues avanzando. El otro día hablando con un empresario me preguntaba: ¿pero cuándo crees que lo conseguiré? Cuando inicias el camino empresarial quizá tu cerebro te siga diciendo que hay un final pero es importante que no lo veas como definitivo… ya que tras conseguir un objetivo, hay otro… y luego otro…. Y si en algún momento no lo hay… volveríamos al punto de retorno, volveríamos a preguntarnos ¿qué me importa? ¿para qué hago lo que hago? ¿qué quiero hacer?, ya que tras tu objetivo está la motivación (motivo para la acción) para llegar a él.
Si tuviese que resumir este recorrido en cinco palabras diría: ilusión, esfuerzo, compartir, perseverancia y sueño. Es una experiencia única e irrepetible.
El pasado es historia, el futuro es desconocido y el presente es un regalo… ¡abrámoslo!